lunes, 5 de noviembre de 2012

Useless words...


Afuera hace un día gris, frío, llueve... Por lo menos hoy el mundo y yo tenemos algo en común.

Las primeras gotas de lluvia en presagio de un nuevo invierno caen desordenadamente al llegar la tarde. La gente se protege bajo paraguas mientras las gotas salpican las aceras de las calles de Copenhague. Como es costumbre a finales de noviembre el frío cala en los huesos y el aliento se diluye en medio del aire que sopla del este. 

'La vida es una mierda, y luego te mueres', eso pensaba yo, o al menos me gusta pensar. Ver la prisa de esas personas que hoy bajo la lluvia huían como si fuese el único motivo por el cual huir, me hizo pensar en lo sencillo que resulta atemorizar  a la muchedumbre. Aunque siempre he tenido cierta fe en las personas, siempre hay alguien que te decepciona. Ese es mi problema, soy demasiado optimista. El ser humano es así, necio y mezquino. 'Los perros tienen pulgas, las personas tienen problemas', decía Bukowski. Problemas… desafortunada palabra. Siempre he pensado que los problemas se limitan a los que van a buscarlos. A los que el agobio del mundo moderno ha quitado el don de la prudencia y que hoy caen desbocados en una vorágine de putadas por las que tienen que pasar, pisotear y escupir una vez superadas. No por rencor ni venganza, sino por justicia. Quién quiere problemas, yo quiero orgasmos. Pero ya se sabe, al igual que el amor tenerlos hoy en día de una forma sana y sincera, es pura utopía. Quizá esa sea la razón por la cual el ser humano me desconcierta. El fin de cada uno de nosotros es ese, hacer feliz a los demás sin importar el cómo ni el por qué. El placer como tal es mezquino y pasajero, el amor inútil y egoista, a veces. 

Son las 19:04, las primeras luces empiezan a encenderse. Las farolas de los parques y fuentes alegran la fría y taciturna tarde de los que aún deambulan por las  húmedas y resbaladizas aceras de la ciudad. Una mujer a lo lejos uniforme en su ausencia se aleja bajo  las luces que implacables guían a los transeúntes a seguir con sus vidas, o a terminar con ellas, quién sabe. 

Contemplar el ir y venir de la gente en días como estos es agradable, incluso reconfortante. La vida es un lugar muy peligroso y por ello a veces es mejor vivirla desde el otro lado del cristal, pero ya se sabe, el cristal es fino, frágil, puede romperse, herirte, pero nunca tanto como una persona. 

El frío que se cierne por las hendiduras de las ventanas que dan a la calle, ha secado mis labios, ha acongojado mis brazos y piernas. Es agradable. Me gusta. Me hace sentir vivo. 

Hoy ha hecho un día frío, opaco, ya no llueve. Ha sido un día más, un día menos… ¿Para qué? Quién sabe. Creo que saldré a caminar. A intentar 'pasar de todo' y vivir eso que llaman vida, o por lo menos a intentarlo. Porque desde luego todos sabemos que por mucho que lo intentemos, el hecho de pasar de todo, al igual que ver la vida pasar, no es más que una ilusión.





miércoles, 2 de mayo de 2012

Random words...

3:05 de la madrugada. El pasar del tiempo me asusta. Ayer estuve, hoy estoy, mañana...
 

Cuán irónica y absurda puede resultar la existencia. Cuán sutil y desdichado puede ser el dolor. Dolor por sentir, por vivir cada día. Dolor porque algo te falta y te seguirá faltando. Las cosas me parecen vacías, la gente me parece vacía, mi mirada siempre ha estado vacía. Miro mis manos. De ayer a hoy no han cambiado. Las personas al igual que mis manos no cambian de un día para el otro, los sentimientos tampoco cambian, transgreden. A veces desearía que existiese la manera de no sentir y simplemente existir. Sería absurdo pensar que el ser humano pueda desligarse de tan básico estímulo.

Estos 3 últimos años me he movido en la más insípida libinidad de la que hablaba Freud. En la más insana y negativa piedad del ser. Mi vida sentimental nunca ha sido nada interesante, no serviría ni como guión para una película de serie B. Esas películas que ya nadie ve si no es por pura melancolía. Casi parece una metáfora de mi existencia.

Hace unos días conocí a una chica. Ya se sabe como se relacionan las personas hoy en día; con un teclado y mucha imaginación. Empezamos a conocernos. Yo le hablé, ella me habló. Me habló de Kant, Leopardi, Cioran. ¿Hoy en día quién habla de Cioran "el nihilista melancólico" si no es para suicidarse? El escritor que decía que escribir es la única forma de hacer la vida un poco más soportable, pero odiaba escribir y sobre todo publicar sus obras. Desde luego personas, mujeres así ya no quedan o yo quizá por despiste o desgana no haya conocido o querido conocer. Me impresionó, tengo que admitirlo. Parecía inteligente, intelectual, intrigante, desconcertante. Parecerá como si jamás hubiese conocido a una mujer, pero ésta en especial, captó mi atención. ¿Por qué? A mi también me gustaría saberlo. "A veces las cosas que trascienden a tu comprensión, son las más sinceras", filosofé alguna vez. Nunca pensé que lo recordaría al conocer a una persona, mucho menos a una mujer.

La conversación seguía. Yo le hablé de mi obsesión por Sartre, la música clásica y el cine, parecía gustarle. Nos gustamos. Hablamos durante horas y horas. Quizá fueron las horas más estimulantes de mi vida, al menos con una mujer como ella. ¿Había encontrado lo que siempre había buscado? ¿Había encontrado a la mujer que podría cegar el vacío que hoy me consume? No encontraba respuestas mientras divagaba bajo las sábanas.

Los días pasaban. El tiempo pasaba. Ahora ya no me asustaba el paso del tiempo, sino la distancia. No estoy cerca de ti, me dijo. Cientos de kms nos separan. La distancia hoy nublaba mi realidad. Qué hacer con este impedimento, me dije. No lo sé, ni quiero saberlo, pensé. "La esperanza puede volver loco a un hombre" decía Morgan Freeman en "Cadena Perpetua". Ahora sé lo que es enloquecer. Enloquecer por ese sentimiento que te golpea como si de una pedrada se tratase. Enloquecer de necesidad, de deseo. La vida no ha sido muy justa conmigo. Das más de lo que tienes, y recibes menos de lo que das. Hoy la quiero, mañana… ¿Quién puede saber qué pasará mañana? ¿Quién sabe que puede pasar hoy después de que termine de contar mi tragedia? Puede que sea mejor que ponga el "Adagio en sol menor" de Albinoni, lea a Cioran y ponga fin a esta agonía. Antes lo habría hecho. Hoy lo haría, de no ser que sé que alguien me está esperando a cientos de kilómetros, quizá leyendo mis melancólicas palabras y culpando al destino tal revés.

Es tarde. Debería acostarme. Dormiré pensado en su recuerdo, en el calor de sus manos, en el brillo de sus ojos, en la forma de sus labios, en sus lunares que ahora llevan mis iniciales. 


Ayer la quise, hoy la quiero, mañana…